viernes, 31 de octubre de 2014

RELATOS DE VESPIRIA







Buenas tardes a todos, es mi genuino honor presentarles la nueva dinámica de Tiem-post-modernos, "Relatos de Vespiria", estos son breves relatos publicados quincenalmente, cada uno cuenta una historia propia, pero todos pertenecen a una historia más grande y son parte del mismo universo, todas las obras son de mi autoría y son originales, sin más espero que disfruten del primer relato: "Día de muertos" y recuerden sintonizar cada quincena.


DÍA DE MUERTOS
POR ISAÍAS LEMUS ALDANA


            Era la mañana del 2 de noviembre cuando los detectives entraron al departamento, completamente blanco, el piso, el techo, las paredes, las puertas, todo. Un hedor a café y cigarro saturaba el pequeño apartamento.

Los detectives caminaron lentamente por el confinado espacio, al fondo se encontraba una cocineta, a la derecha una sala pequeña y un baño.

A la izquierda, se encontraba la habitación principal, resguardada por una puerta de madera, teñida de blanco (se podían apreciar los brochazos), la perilla, color bronce y redonda reflejó la mano que se disponía a girarla.

Una ligera brisa matutina les rozó el rostro al ingresar a la habitación, la luz del día entraba  por la ventana, las cortinas, blancas también, danzaban ligeramente al viento, se encontraba abierta, y el ruido del tráfico matutino comenzaba a hacerse presente, una sinfonía de claxons y llantas rechinando al frenar, el son de cada mañana. En el techo, un ventilador verde oscilaba, se veía viejo y desgastado, cómo si estuviera a punto de caerse.

Una pequeña mesa, verde también, se encontraba opuesta a la cama, un diminuto espejo, cuarteado como las vertientes de un río, descansaba en la pared, encima de la mesa. Sobre ella, un elaborado altar de muertos yacía, morado, lleno de ornamentos, la flor de cempasúchil circundaba la base y el contorno superior, se veía vieja y marchita, como si llevara mucho tiempo ahí. Y en el centro, una foto en blanco y negro, el rostro de una mujer, aparentemente vestida de negro, con unos ojos oscuros, grandes, redondos, perfectos, como dos perlas hechas de la noche misma. La mujer no sonreía curiosamente, miraba fijamente, como si estuviera viendo más allá de la persona que tomó la foto, parecía ver hacia dentro del cuarto dónde se encontraban los detectives.

Los rostros de los detectives se llenaron de horror cuando su mirada llegó a la cama. Una mujer vestida de negro, con el rostro pintado de catrina, mirando hacia la ventana, los ojos bien abiertos, fijos, sin vida. Tenía múltiples heridas en el vientre, y una más visible en el cuello, las sábanas blancas manchadas de sangre. Dos chorros de sangre en forma de alas de ángel salpicaban la pared de la cabecera, y en el centro de ésta, un crucifijo sencillo de madera, ni una gota le había tocado.

Con pasos sigilosos se aproximó al cuerpo de la víctima, de algo se había percatado. La joven tenía el brazo derecho extendido, con la mano cerrada. Colocó sobre su mano derecha un guante de plástico, no quería contaminar la escena, con delicadeza y firmeza le extendió los dedos de las manos a la joven, en su interior reposaba una pequeña calavera de azúcar, mirando en dirección de la víctima.

La tomó con sus dedos índice y pulgar y la analizó contra el sol, los granos de azúcar resplandecieron al entrar en contacto con la luz, trazos azules y amarillos le adornaban el cráneo, una flor naranja se extendía por la parte superior del mismo, y en la frente con letras negras una palabra: Vespiria.

“¡Razo!” exclamó su compañero, “¿Qué es? ¿Tenemos una pista?”, “Probablemente” respondió Razo, “¿De casualidad has escuchado de la palabra vespiria?” “No” respondió Apodaca, su compañero. Razo, de su bolsillo sacó una bolsa de evidencia y empaquetó la calavera.

“Desgraciado” dijo Apodaca, “¿Qué?” preguntó Razo en perplejidad. “Dije que qué desgraciado, su novio, el que la mató…” una mirada de confusión por parte de Razo, “Es obvio que se trata de un crimen pasional, no parece estar casada por lo que digo que fue su novio, no parece faltar nada, por lo que dudo que haya sido un robo, ¿no crees?”, “No estoy de acuerdo contigo” contestó Razo con voz seca, y prosiguió “bueno, dudo que haya sido un robo, pero tampoco creo que haya sido un crimen pasional, bueno no de la manera a la que te refieres”, el confundido ahora era Apodaca, “el homicidio… simplemente es muy dramático, casi teatral, una puesta en escena, pero ¿Para quién?”.

La policía irrumpió en la habitación, “Detectives”, los saludó el Sargento Rodríguez con su sombrero, “hay un gran público ahí afuera”, “Sólo, mantenlos fuera del apartamento Rodríguez”, dijo Apodaca en tono grosero y altanero “¿Y a ti que te puso de malas?” preguntó Rodríguez, “No lo sé sargento, ¿quizá la joven destripada como ganado que esta frente a ti?” “¿Y porqué te desquitas conmigo?” “Sólo has tu trabajo, Rodríguez” instruyó Razo. Rodríguez asintió con la cabeza, y se dirigió a la puerta y a grito de insultos, él y sus hombres detuvieron a la audiencia que se había congregado afuera, que con sus celulares intentaba registrar el siniestro acontecimiento.

“Vente, vamos a registrar el resto del departamento”, dijo Apodaca a Razo, quien asintió con la cabeza y lo acompañó a seguir investigando, pero no se podía sacar de su cabeza la mirada de la joven, ni la calavera de azúcar, “Vespiria”, la palabra flotaba por su mente, algo en su interior le advertía: esto era sólo el inicio.


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3 comentarios:

  1. Muy buen comienzo Isaias,
    Sólo una sugerencia, que sea semanal!! jaja

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  2. Muy bueno, me encanta como creas el ambiente de la escena del crimen, sigue así!

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