Breath me
Nota: contiene spoilers
La guerra entre mafias está por comenzar con Maroni
preparando su nueva jugada, mientras Fish Mooney continúa entrenando a su “arma
perfecta”.
Por su parte, hay una nueva droga en la ciudad conocida como
viper, que produce en sus
consumidores euforia y fuerza sobre humana (suena familiar), seguido de la
muerte. La droga está siendo regalada por un hombre con una oreja dañada.
El “villano” de esta semana resultó siendo más disfrutable
que el de la semana pasada, tuvimos chance de entender porqué empezó a regalar
las drogas y su plan era razonable. El show nos sigue mostrando como Gotham
empuja a la gente a situaciones extremas, por lo que es entendible que en un
futuro se aparezca un hombre disfrazado de murciélago para combatir el crimen.
También, la relación entre Bullock y Gordon tuvo más
desarrollo, y podemos ver que ya se llevan mejor, claro cada uno tiene sus
métodos, y Bullock prefiere mejor terminarse su hamburguesa que atender el
llamado de una alarma, pero se sienten más unidos, y Bullock preguntando por la
vida privada de Gordon fue un buen toque.
Por su parte, en este episodio pudimos ver mucho más de
Bruce y Alfred mientras investigan las irregularidades en el acuerdo de Arkham
y el posible involucramiento de las Empresas Wayne en negocios con criminales.
Por otro lado, Cobblepot empieza a acostumbrarse a su apodo
de pingüino y en un plan arriesgado decide por fin revelarle a Maroni que solía
trabajar para Fish Mooney, al final todo le resultó bien, pero no para Gordon
quien ahora parece estar bajo la mira de Maroni.
Viper fue otro sólido episodio de Gotham con un villano más
interesante que el del episodio pasado y el final fue bastante bueno, con “el
arma” de Fish Mooney finalmente puesta en acción, con el mismísimo Falcone.
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