ESTA MISERABLE
EXISTENCIA
POR ISAÍAS LEMUS ALDANA
Normalmente en mi Blog procuro únicamente hablar de cine, pero el otro día estaba viendo el
discurso que dio David Foster Wallace en la Universidad de Kenyon, en el 2005 y
en realidad me puso a pensar y reflexionar sobre muchas cosas que han pasado en
mi vida (de verdad se los recomiendo, véanlo completo de preferencia), por lo
que he decido hacer este breve escrito sobre algunas reflexiones que he hecho. Dejando
todo de lado podemos estar seguros de que sólo hay una certeza en esta vida: La
muerte. Desde el momento en que nacemos nos acercamos cada día más a ese
inevitable destino que nos espera, el triste recordatorio de que sólo somos
seres finitos, el final de camino. Mientras la vida pasa, resulta prácticamente
imposible el no mirar atrás y cuestionarnos ¿Qué he hecho con mi vida?, por
supuesto la respuesta varía de individuo a individuo, sin embargo habrá un
sentimiento de una cierta decepción al darnos cuenta de que no hemos logrado
todo lo que queríamos hacer, y mientras la vida avanza nuestras metas y sueños
se ven cada vez más truncados, lo que despierta una inevitable ansiedad por el
aparente incumplimiento ante nuestros ojos, la felicidad cada vez se encuentra
más lejos, y claro cada uno de nosotros intenta llenar ese hueco, ese vacío la forma
en la que mejor podemos, con hobbies,
distracciones, vicios y religiones, pero nada parece poder llenar dicho vacío y
la felicidad se ve más como un vago destello que se ilumina cada vez que “escapamos”
de aquella “maldita rutina” que nos tiene atrapados, esta “miserable existencia”
que se ha vuelto nuestra vida. Viaja, compra esto, has aquello, comparte esto y
el otro, son los que nos dicen un sinfín de anuncios y mensajes inspiracionales,
y aquellos que claman conocer el “secreto de la felicidad”, la piedra filosofal
que va a hacer todos nuestros problemas desaparecer, una especie de varita
mágica que va a transformar de la noche a la mañana nuestra mediocre
existencia. Sin embargo, volteamos a ver a nuestros compañeros de trabajo o de
la escuela y los vemos como seres inferiores, nosotros somos mejores que todo
esto, pues hemos sido llamados a conseguir la grandeza, vamos a ser diferentes
que nuestros compañeros que lo único que hacen es quejarse, algún día saldremos
del trabajo mediocre que remunera deficientemente nuestros vastos
conocimientos, algún día lograré realizar todos los sueños que me he propuesto,
voy a bajar de peso, hoy haré aquello que siempre quise hacer, pero la maldita
rutina siempre está ahí, atrapándome en este ambiente tóxico, “escapa de la
rutina” nos dicen los comerciales, “Date un día para ti solo”, rezan las
campañas publicitarias, como si el secreto para la absoluta felicidad fuera
simplemente no tener un rutina. Eso es una gran y vil mentira, simplemente por
razones prácticas es imposible no tener una rutina, la rutina es predecible y
constante por la simple y sencilla razón de que esa es la forma en la que
funciona, intentar tener un trabajo o una vida funcional que no involucre una
rutina, o el menor indicio de una jerarquía estructural es imposible e
insostenible, pero claro, ahora cada uno de ustedes está pensando en ese amigo(a),
o conocido(a) que se la pasa todo el tiempo fuera, haciendo su santa voluntad,
yendo hacia lo lleva el viento, viajando, viviendo la vida “y se ve tan feliz”
ustedes me dirán, pero es no constituye felicidad, bueno al menos no en un
sentido pleno creo yo, ojo, no estoy diciendo que hay algo de malo en viajar, y
todo eso, sólo estoy remarcando que eso no constituye felicidad plena, sino
breves momentos de alegría. Entonces, si la rutina impide la felicidad, pero
aún aquellos que no cuentan con una rutina pre establecida, tampoco son
plenamente felices, ¿En dónde se encuentra la felicidad?, ¿Qué acaso la vida es
sólo un montón de momentos monótonos, aderezados con algunos breves destellos
de “felicidad”? ¿Cuál es el punto de la vida entonces? Pues, en mi más humilde opinión,
y después de haberlo pensado por mucho tiempo, creo haber llegado a una conclusión
o por lo menos algo que asemeja a una, y va a resultar imposible decir lo
siguiente sin sonar pretencioso, pero haré mi mejor esfuerzo, no pretendo
revelar el secreto de la felicidad, pues ni siquiera estoy seguro que semejante
cosa existe, y si lo hace, no creo estar remotamente cerca de encontrarlo, solo
quiero compartirles un pensamiento que ha venido a mi cabeza y creo que me ha
ayudado en cierta medida.
Para empezar, no creo que se
pueda buscar la felicidad, o al menos no de la misma forma en la que buscamos
los demás objetos, inclusive ni siquiera las demás emociones, piénsalo de esta
forma, cada uno de nosotros siente una especie de vacío que sin importar lo que
hagamos siempre está presente, claro, hay algunos breves momentos ampliamente
separadas en los cuales somos “felices”, pero eso no significa que seamos
felices, por lo que esos momentos son simple alegría y no felicidad en sí, pues
la felicidad debe de ser prácticamente inmutable, perenne, si buscar la
felicidad en las cosas resulta inútil, es porque lo es, no se puede buscar la
felicidad, claro se puede intentar ser feliz, pero depende qué es lo que busque
uno, si “salir de la rutina” es tu definición de felicidad, lamento informarte
que nunca serás feliz, pues no se puede escapar de la rutina, sin importar
quien seas. Si tu idea de la felicidad es ser el mejor en lo que haces, o el
éxito en esa forma de entenderlo tan propia de nuestra época lamento informarte
que también serás decepcionado, no sólo porque siempre habrá alguien que puede
hacer algo mejor que tú, sino porque, si después de arduos años de trabajo y dedicación
de alguna manera loras ser “el mejor” la remuneración, el sentimiento de “felicidad”
se desvanecerá dentro de poco, pues esa es su naturaleza, finita, y eso no es
ser feliz.
Bueno, entonces la felicidad no está
en las cosas en sí, sino en lo que hago, “Haz únicamente lo que te haga feliz y
serás feliz”. Pues me temo que no, pues en este mundo imperfecto nuestro, donde
hay tantas vidas en movimiento, donde hay más voluntades de las que nos podemos
imaginar, yendo en tantas direcciones chocando unas con otras en colisiones de
ideas, creencias y sentimientos es materialmente imposible hacer sólo lo que te
hace feliz, día con día en la vida real nos vemos forzados a hacer cosas que no
son nuestra idea de felicidad, o de un buen momento, visitar a un pariente
enfermo al hospital, hacer el súper después de un largo día de trabajo, etc. Piensen
como si estuvieran en un kayak yendo río abajo, cada uno va solo, y es
agradable y pacífico, sin embargo en una parte del camino nuestro arroyo cruza
con el de otro, y chocamos, a veces de manera violenta, a veces no tanto, vaya,
a veces hasta agradecemos la compañía pues es placentera. Pues nuestra vida es
como ese arroyo que va cuesta abajo y se intersecta a lo largo del camino con un
sinfín de arroyos más, chocando, y
conviviendo, a veces en armonía y muchas otras no, pero siempre coincidiremos
con alguien, pues todos vamos hacia el mismo destino.
Pero, ¿Qué hay de las personas? ¿Qué
pasa si busco la felicidad en las personas? Aquí me temo que aplica lo mismo,
pues nosotros al ser seres imperfectos ten por seguro que te defraudaremos, de alguna
forma u otra, inclusive la mejor persona que en tu vida hayas conocido llegará
un momento en el que te defraudará, y eso es completamente normal, pues es
parte de nuestra naturaleza, y en el perdón podemos encontrar cierta gratificación
respecto.
Bueno, si no puedo encontrar la
felicidad en las cosas, ni en las acciones, ni el éxito, ni en las personas,
pues entonces el único responsable de mi felicidad soy yo, ¿no es cierto? Esa es
la respuesta, busca la felicidad en ti mismo. Bueno, para desgracia de todos, y
en base a lo que hemos comentado la felicidad tampoco la puedes encontrar en ti
mismo, bueno, no al menos en esa forma, pues eres una persona, y como hemos
expuesto, las personas son imperfectas, por lo tanto en algún momento de tu
vida te vas a fallar a ti mismo, es simple estadística, es perfectamente
normal.
Por lo tanto, la felicidad parece
ser imposible de conseguir, si haga lo que haga no voy a ser feliz, entonces no
puedo ser feliz. Esa parece ser la triste e inevitable conclusión de todo este
argumento, y a la cual muchos de ustedes llegarán desafortunadamente, en una
etapa tardía de su vida, cuando el cuerpo deja de crecer y empieza a decaer,
cuando nos despertamos un día solo para darnos cuenta de que la mejor etapa de
nuestras vidas vino y se fue, y nosotros ni siquiera nos dimos cuenta. Pero descuiden
no es mi propósito buscar el pesimismo ni hablar sobre esta “miserable
existencia”, lo que pretendo es buscar cosas verdaderas, no placebos de la
felicidad que muchos alardean tener y haber encontrado en lo anteriormente
mencionado, no pretendo traer respuestas, sólo mi simple reflexión.
En base a lo anteriormente
expuesto y en lo redundante que parece ser la búsqueda de la felicidad se puede
concluir en que no hay felicidad, pero no creo que ese sea el caso, sí creo que
podemos encontrar la felicidad y no esos breves instantes de alegría que todos
hemos experimentado. La razón por la cual creo que la felicidad es tan difícil
de encontrar es porque en realidad no creo que haya mucho que buscarla, hay
felicidad en el mundo y está toda a nuestro alrededor, y no se trata de ver las
cosas como el vaso medio lleno, o pensar “Sabes que, seguramente hay alguien
que la está pasando peor que yo”, pues eso suena más bien a una débil excusa para
la mediocridad, un argumento insuficiente. Creo que buscar la felicidad más
bien consiste en observar el mundo a nuestro alrededor tal cual como es,
imperfecto, brutal, cruel, pero también inmensamente bello, un conglomerado de
inexplicables causas y coincidencias que se desarrollan en un infinito número
de direcciones, piensen en el arroyo que hace rato mencionaba, todas nuestras
vidas en colisión con las de un millar de personas más en un caos que solo
puede existir en perfecta armonía. No crean porque argumenté que no se puede
encontrar la felicidad en las personas no crea que no requerimos de nadie más,
pues eso sería una falacia, creo firmemente que todas las personas que pasan
por nuestra vida tienen un impacto ya sea para bien o para mal, y vale la pena
quedarse con aquellas personas que nos dan un sentimiento de plenitud, aquellas
personas con las que vale la pena hacer este viaje, pues la compañía de seres
queridos creo que es vital en el camino a la felicidad y en la vida en general.
Es en estos momentos donde la “máscara” de la vida cae, y podemos ver, aunque
sea por unos instantes lo hermosa que es en realidad, por lo que la felicidad,
al menos eso opino, no consiste en hacer o deshacer, ir y venir, ver vasos
vacíos o llenos, sino que creo que consiste en apreciar cada momento de esa “maldita
rutina”, el valorar cada instante de “esta miserable existencia”, apreciar y
ver tal cual las cosas como son, y lograr apreciar en ellas el grado de belleza
que contienen, cada uno de nosotros sin importar que tan cruel o buena haya
sido nuestra vida, pues en algún momento hemos sido amados por alguien, y si
alguien trata de engañarse al respecto es porque teme recordar lo bien que se
siente, intentamos esconder nuestros daños emocionales como lastimeras heridas
o muestras de inferioridad o debilidad cuando deberíamos estar haciendo lo
contrario, deberíamos de estar como los niños orgullosos que presumen sus
cicatrices a sus amigos, pues tuvieron significado y son la prueba fehaciente
de que en algún momento en la vida algo te importo, por un momento en tu vida
fuiste capaz de amar, por un momento en tu vida fuiste más de lo que creíste
ser y ese recuerdo duele y arde a la memoria, pues ya no es más.
Por lo que también considero que
la felicidad no involucra estar todo el tiempo alegre, o estar sonriendo permanentemente,
como una especie de máquina que se trabó en una sola expresión, pues si la vida
no es alegría todo el tiempo, la felicidad tampoco debe serlo, en la vida se
sufre, y créeme vas a sufrir, y creo que el sentido de la felicidad no está en
no sufrir, pues el no sufrir lleva a la inconsciencia, y la inconsciencia, al
menos eso creo, es uno de los primeros pasos hacia la depresión y la miseria. Considero
que debemos apreciar todas las etapas de nuestras vidas, incluyendo las tristes
y las dolorosas, esto por supuesto, no involucra un disfrute en el dolor y la
miseria de una forma masoquista, sino de una apreciación, el saber apreciar
cada uno de esos instantes, de dolor y aflicción, a nadie le gusta sufrir, pero
el dolor está ahí para prevenirnos y evitar que continuemos haciéndonos daño, el
dolor es racional, y puede haber apreciación en el entendimiento de esa
racionalidad. De nuevo, no se trata de ver el rayo de luz que sale entre las
nubes, sino de comprender y pensar; de esta forma quizá algún día podamos
entender las razones de todas nuestras aflicciones, todo aquello que nos causó
dolor y sufrimiento, y lo que nos dejó: lo bueno, lo malo, lo necesario, y tal
vez podamos construir algo de todo eso, volviendo nuestras derrotas en una
especie de pequeñas victorias.
Entonces pues, creo que la
felicidad está al alcance de todos, ya que no tiene que ver con las cosas que hacemos,
ni el éxito, sino puedes hacerlo únicamente lo que amas, mejor ama todo lo que
hagas. Gran parte de la felicidad creo, está en el entendimiento de todo lo que
nos rodea, que hacemos con lo que pensamos, y finalmente en quien somos, con lo
que razonamos de las situaciones en las que nos encontramos, puestas en nuestro
camino por voluntad propia, o causa de una fuerza mayor. La felicidad pues, de
esta forma entendida se encuentra en nuestra muy humana capacidad de apreciar
todo lo que hay a nuestro alrededor, y lograr descifrar lo que todo aquello
significa, aunque sólo logremos ver un destello de la misma. De nuevo no digo
que esto sea una receta donde sigues las instrucciones y consigues el resultado
deseado, la vida no funciona así, y por supuesto la felicidad tampoco. Sino,
más bien, creo que se trata de captar todo lo que sentimos, su racionalidad y
su irracionalidad, el sufrimiento, el placer, el enojo, la ira, la rabia, el
amor, la compasión, la alegría, la camaradería, la envidia, el espectro
completo de emociones y situaciones que puede a final de cuentas poder ser
denominado como mi vida, mi ordinaria vida. Y consiste algo especial el poder
sentarte un día y mirar hacia atrás en tu muy ordinaria vida sin nada
remarcable y notar lo hermosamente perfecto y completamente extraordinario que
todo aquello fue, produciendo un sentimiento más profundo que simple alegría, tristeza o nostalgia, un sentimiento que combina un gran rango de emociones y los
trasciende, produciendo un sentimiento único, una sensación que va más allá de
la paz y la armonía, un sentimiento que permea toda la existencia, la
innegable, indescriptible e incomparable sensación de sentirse completos, un
fugaz y permanente sentido de felicidad.
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Aquí abajo les dejo el discurso completo de David Foster Wallace