sábado, 30 de septiembre de 2017

ALIEN: COVENANT Y LA NATURALEZA DEL MAL -ANÁLISIS-



Alien: Covenant es una de las películas del año que ha dividido tanto a críticos como audiencias, parece ser el tipo de filme que o lo odias o lo amas, para todo aquél que leyó mi reseña sabe que yo me encuentro en esta última categoría, y tras su lanzamiento doméstico hace un par de semanas he podido verla de nueva cuenta y ahora estoy convencido que ésta es una de las mejores películas del año, y seguro dentro de unos años se convertirá en un clásico de culto. Verla de nueva cuenta me permitió apreciar muchos de los temas que se me habían escapado la primera vez, por lo cual me pareció adecuado dedicarle este análisis a uno de ellos siendo este la naturaleza del mal.

Aunque la creencia común es que Covenant tiene las mismas ambiciones filosóficas que su precuela Prometheus, esto no es del todo cierto, pues Prometheus se enfocaba en la creación y propósito del hombre, Covenant en realidad se enfoca más en la naturaleza del mal, y esto lo aborda desde un punto de vista prominentemente teológico.

Para iniciar a ilustrar este punto, es de vital importancia echarle un largo vistazo a la secuencia inicial. La película inicia con el despertar de David, en un cuarto blanco, idílico, con una apertura enorme (no sabemos si es un ventanal o una pantalla) que nos permite apreciar el mundo natural. Aquí, la cámara y el diálogo centran nuestra atención en tres objetos principales: un piano de cola Steinway, la pintura La Natividad de Piero Della Francesca, y la silla trono de Carlo Bugatti. Esto no es incidental, La Natividad es una obra que plasma el nacimiento de Jesucristo, mientras es adorado por los ángeles y la Virgen María. La silla, es un mueble construido por Carlo Bugatti que refleja un deseo de creatividad y distinguirse de los demás, y como su nombre lo indica, es un trono (al inicio de la escena, David está sentado en el trono). Por su parte, el piano es usado por David para tocar Das Rheingold, que se traduce a "El Oro del Rin"de Richard Wagner, esta ópera es la primera de cuatro que conforman lo que es conocido como el Ciclo del Anillo. Das Rheingold se centra en un enano de nombre Alberich, que tras ser mofado por las damas del Rin, se roba su oro, y renunciando al amor, forja un anillo mágico que le otorga varios poderes, entre ellos dominar el mundo. La pieza que David toca pertenece al último acto, casi al final de la obra, cuando los dioses entran a Valhalla (la casa creada por Wotan dónde no hay sufrimiento ni dolor, en otras palabras el paraíso) ignorando que su final se avecina. Continuando con la escena, vemos como David elige su nombre, tras echar un vistazo a "El David" de Miguel Ángel, una escultura en honor al héroe bíblico.


No han pasado ni cuatro minutos y ya tenemos diversos simbolismos que nos ayudan a vislumbrar las ambiciones filosóficas y teológicas que la película aspira lograr, pero lo más importante, nos deja percibir un poco más de David como un personaje. David ve en su creador a un ser imperfecto, débil y sobretodo mortal, lo cual queda magistralmente plasmado en el diálogo que sostiene con el Sr. Weyland, una vez que David, sentado en el piano puntualiza la mortalidad de Weyland, éste último, sentado en el trono, le solicita a David que le sirva el te que yace en la mesa al lado de su trono, David obedece, pero no lo hace con gusto, esta parte de la escena es fenomenal pues nos deja ver que el propósito de Weyland es dar órdenes y el de David es servir, pero sobretodo nos deja ver que a David no le agrada esto.

Esto empata a la perfección con los diversos símbolos que plagan la escena, La Natividad hace referencia a los temas religiosos que la película abordará, el trono que David desea, y Das Rheingold que incluye al personaje de Alberich, con quien David comparte muchas similitudes, pues está dispuesto a renunciar al amor para obtener el poder para dominar el mundo (aunque sea un mundo sin amor), y la amenaza de que algún día llegará el fin de los dioses, esto luego lo vemos realizado con la destrucción de los Ingenieros, quienes en Prometheus son revelados como los creadores de la raza humana.

Finalmente, con todos estos símbolos, la composición de la toma, diseño del set, y el trabajo de cámara, logran que esta escena nos recuerde a la creación, siendo Weyland dios, y David un ángel, pero uno que le tiene envidia a su creador.

El resultado lógico de esta analogía es que David es el diablo, Ridley Scott y su equipo nos proporcionan referencias no tan sutiles que sirven para reforzar esta teoría. Por ejemplo, parte del arte promocional incluía un póster que recordaba muchas de las expresiones visuales del Infierno de Dante Alighieri, así como múltiples referencias bíblicas (la pelea entre Walter y David termina de manera similar a cómo Cain mata a Abel, la referencia al héroe bíblico David, la pintura La Natividad, por mencionar algunas). Esto queda mejor ejemplificado cuando David confronta a Walter cerca del desenlace de la cinta, pues le hace la siguiente pregunta: Es tu elección ahora hermano, ellos o yo, servir en el cielo o reinar en el infierno. Esta es una referencia directa al primer pecado cometido por el diablo: el orgullo. David prefiere reinar en el infierno que servir en el cielo, como Alberich en Das Rheingold, David prefiere renunciar al amor (la vida) si esto le ayuda a tener su propio reinado, y lo consigue, ha convertido el hogar de los Ingenieros (el paraíso) en una necrópolis, David es un rey entre cadáveres. Pues David no quiere ser como dios, quiere ser dios, quiere crear vida, pero termina por crear muerte, siendo el Xenomorfo la perfecta manifestación de sus ambiciones, un ser cuyo único propósito es la destrucción de la vida.


A diferencia de las más recientes ejemplificaciones fílmicas de ser diabólicos en cine y televisión, que muestran personajes mefistofélicos, seres cuyo único propósito es generar caos entre los hombres, apelando a su peor naturaleza, como el Guasón en The Dark Knight y Lorne Malvo en la primera temporada de Fargo, David es más bien una referencia al diablo del cristianismo, es un ángel caído, una perversión del bien. Es por esta razón que Oram (el siempre menospreciado Billy Crudup) reconoce que algo no anda bien cuando David está admirando al neomorfo, Oram es un hombre de fe, y reconoce por un momento el diablo en David: Yo conocí al diablo cuando era un niño David, y nunca lo he olvidado[...] Por eso el personaje de Oram es tan frustrante, pues se siente desperdiciado, este diálogo nos lleva a la única escena mala de la película cuando David convence con una facilidad sorprendente a Oram de que lo siga por unas escaleras oscuras hasta un salón lleno de facehuggers (pero esto, a su vez, culmina con la escena del chestbuster, así es que son unas por otras supongo). Otra escena importante es cuando David besa a Walter, siendo tan egocéntrico, el único ser que David puede "amar" es a sí mismo, por eso besa a Walter, un reflejo de sí mismo.

Otro elemento vital para este análisis es el virus liberado en contra de los Ingenieros, un virus que destruye a todos los seres con vida (con excepción de las plantas), cambiando su ADN, pero al hacer esto termina matando a su portador, dándole vida a una criatura pálida, sin ojos, pues los ojos son la ventana del alma y estos seres no tienen alma (y hace un diseño mucho más aterrador), un ser tan agresivo que mata desde el momento que cobra vida, cuyo único propósito es la completa destrucción de la vida. Es por ello que cuando la tripulación del Covenant desembarca en el planeta de los Ingenieros (el cual es referido en una de las escenas alternas de Prometheus como el "paraíso"), no hay vida, sólo un mortal silencio. Aquí es donde la película ejemplifica la naturaleza del mal, el mal es como un virus, necesita de la vida para alimentarse, crecer y propagarse, sin embargo, es por esa misma razón que el mal no puede triunfar, pues su naturaleza misma no es sustentable, es auto destructivo, por que destruye su fuente de alimento (la vida, el bien), una vez que ya no hay vida ya no se puede reproducir, es por ello que David necesitaba de más seres con vida (de preferencia humanos), y por lo cual utilizó a Shaw para mandar esa señal de auxilio, y es por esa misma razón que sus ojos brillan de emoción cuando escucha que el Covenant es una nave colonizadora, Tantas buenas almas, es lo que dice al escuchar esa noticia.


Estos temas tan fascinantes son explorados desde un punto de vista prominentemente nihilista, pues a parte de la ejemplificación diabólica en David, aquellos personajes que sirven como analogías de dios tampoco son ilustradas bajo una luz muy favorable, Weyland era igual de orgulloso que David, lo cual  termina por costarle la vida, así como la de la mayoría de la tripulación de la Prometheus. Los Ingenieros (los creadores de la humanidad), por su parte, son los creadores del virus original, y su intención se cree que era destruir a la raza humana.

Más aún, el xenomorfo, la creación de David, es considerada por este como un ser "perfecto", su "nacimiento", una increíble escena que percibimos desde el punto de vista de David, es un acontecimiento casi celestial para este último, sólo basta escuchar el tema chestbuster de Jed Kurzel que acompaña la escena, por mucho el tema más melodioso y armónico de todo el soundtrack. Y finalmente, en el desenlace, David triunfa, tras engañar exitosamente a los sobrevivientes del Covenant de que es en realidad Walter (cual lobo en piel de oveja), termina abordo del Covenant con dos embriones de xenomorfo, mientras escucha Das Rheingold, La Entrada de los Dioses en el Valhalla.


Esto es por lo cual amo el género de la Ciencia Ficción, pues al igual que la Fantasía y los cuentos de hadas nos permiten abordar estos temas tan grandes y ambiciosos, pero tan viejos como el arte de contar historias. Pero todos estos símbolos y ambiciones filosóficas y teológicas no servirían de nada si la ejecución de la película fuera mala, afortunadamente Ridley Scott cumple con creces, la cinematografía es espectacular (algo que hasta los más aguerridos detractores de esta película reconocen), las escenas están muy bien construidas, y la actuación de Michael Fassbender es excelente, esto da como resultado que la película funcione desde un plano "superficial" es decir como puro entretenimiento, pues cumple como una película de Ciencia Ficción y Terror, sin embargo, Ridley Scott junto con su equipo logró crear con Alien: Covenant, algo más profundo, una efectiva analogía sobre la naturaleza del mal.

Creo sin temor a equivocarme que Alien: Covenant es una de esas películas que envejecerá como el bueno vino, consiguiéndose más admiradores con el paso de los años. Personalmente soy un fan de esta saga (excepto Resurrection) y me alegra que Scott se haya tomado el tiempo y la dedicación en hacer de Covenant una precuela digna de la original, una precuela que aborda los temas de las tres primeras películas, ahondando en ellos y expandiendo sus ambiciones filosóficas. Para hacer este análisis me sirvió mucho el libro The Philosophy of Tolkien: The Worldview Behind the Lord of The Rings de Peter J. Kreeft, así es que si les gustó este análisis les recomiendo ampliamente que lo lean, y también es recomendable ver la ópera Das Rheingold (así como las otras tres partes), es muy buena, y la composición de Wagner es fenomenal, o si no tienen el tiempo y quieren tener el panorama general de la historia, el resumen de la página de wikipedia en inglés es bastante completo. Finalmente, espero que les haya gustado este análisis, y me gustaría saber su interpretación de esta película, ¿Les gustó? ¿No les gustó? ¿La odian o la aman? ¿Qué les dejó Alien: Covenant? Hagan ruido en la sección de comentarios.

Título original: Alien: Covenant.
Dirección: Ridley Scott.
Guión: John Logan y Dante Harper.
Elenco: Katherine Waterston, Michael Fassbender, Danny McBride, Billy Crudup, Demián Bichir.
Cinematografía: Dariusz Wolski.
Edición: Pietro Scalia.

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